jueves, 28 de junio de 2007

EL TRIUMPHUS ROMANO

El Triumphus hace referencia a una condecoración concedida a un general de manos de Roma como ciudad. Además de los generales, los soldados también gozaban de este privilegio.

Las condecoraciones a los soldados eran las siguientes:

Pura Hastae: Consistente en entregar una lanza sin hierro, generalmente la punta era de plata; dichas lanzas eran utilizadas para los desfiles.
Uexillum: Estandartes, los cuales también se utilizaban en la entrada.
Armillas: Parte de los botines extraídos a los enemigos.
Fíbulas: Realizadas en oro o plata.
Torcas: Collars típicos de los soldados.
Phalerae: Similares a las medallas.
Corona Cívica: Realizada de encina que entregada a aquellos soldados que le habían salvado la vida a un ciudadano romano.
Corona Muralis: Se entregaba al primer soldado que había escalado el muro enemigo.
Corona Castrensis: Se entregaba al primer soldado que había penetrado en el campamento enemigo.
Corona Navalis: Se entregaba al primer soldado que atacaba y traspasaba una posición naval enemiga.

En cuanto a las condecoraciones a los generales, éstos podían recibir condecoraciones los magistrados más altos. El Imperator es el epíteto de Júpiter; teóricamente los generales que habían recibido pocas bajas, los que tenían una estrategia clara y los que habían hecho un buen reparto del botín entre los soldados y clamaban y vitoreaban su título de emperador. La condecoración de Imperator pasó a ser incumbencia del Senado Romano. Cuando llegaron los césares, esta condecoración pasó a sus manos.

La entrada Triumphus es la entrada solemne a la ciudad Roma. Se trata del más alto reconocimiento. Sus orígenes se remontan a una fiesta religiosa; una vez se tomaban las decisiones por parte de los dioses (transmitidas a través de un magistrado encargado de augurar los pensamientos divinos), las gentes las tenían que aceptar. Para poder participar en el campo de batalla, los generales tenían que estudiar los augurios y realizar un sacrificio a Júpiter Capitolino solicitándole el apoyo a cambio de sus votos. La ceremonia del Triumphus era el cumplimiento de los votos. El día de la elección era muy importancia, porque si el día no salía bueno, habían malos augurios.

Condiciones del Triumphus:

1. El general tenía que ser magistrado en funciones con Imperium (Pretor, Emperador, Dictador o Cónsul). El Triumphus se obtenía por una batalla, no por la guerra.
2. La batalla tenía que ser sangrante (5000 muertos entre los enemigos). Además, había que recoger las armas de los vencidos. Estas carnicerías se realizaban para obtener el Triumphus.
3. La batalla tenía que ser decisiva, es decir, determinar el resultado de la guerra.
4. La guerra tenía que ser justa: Roma no podía dar inicio a una guerra injusta. No había Triumphus por guerra civil. El general tenía que hacer llegar el informe al Senado y éste tenía que decidir si condecorarlo o no y hasta que no se supiera el resultado, el general no podía entrar en Roma. Si se decidía condecorarlo, se organizaba un gran desfile de bienvenida con una comitiva encabezada por los magistrados, seguidos de jóvenes que anunciaban la entrada del triunfador con trompetas de bronce. A continuación iban las ferculae (exposición de la batalla y del enemigo), seguidas de las víctimas del sacrificio a Júpiter y después les precedían los lictores (signos del imperio). Luego iba el general sobre un carro tirado por cuatro caballos blancos. Éste iba representando a Júpiter, coronado con la corona triumphalis (que en determinado momento pasó de estar compuesta por laureles a ser una pieza de oro). El general era seguido por un esclavo que portaba la corona triumphalis e iba recitando las palabras “recuerda que eres mortal”. Por último iba las familias del triunfador y los soldados de confianza seguidos por la legión que había ganado la batalla. Una vez llegaban al Capitolio, el general entregaba el laurel a Júpiter y daba comienzo a los sacrificios.

Los triunfadores eran, en origen, los encargados de subvencionar los juegos públicos de Roma. Los ciudadanos acudían a ellos después de la comida. Los juegos estaban formados por:
Ludi Circenses: carreras de cuádrigas.
Ludi Theatrici o Scenicae: juegos que se hacían en los teatros.
Ludi Venatorii: Exhibición y enfrentamiento de animales exóticos.
Naumàquies: Combates entre navíos.
Munera Gladiatoria: Juegos de gladiadores.

En cuanto a la muerte en el mundo antiguo, en el mundo romano no se tenía la idea de mortalidad, pues éste fue un aspecto introducido por diferentes cultos como el Cristianismo. En cuanto a las personas que habían muerto prematuramente, de forma violenta o de cualquier otro caso no previsto, no podían acudir al infierno, por lo que quedaban vagando como daimones y sólo en el momento que les tocaba morir de forma natural, lograban descansar en paz. La familia tenía la obligación de llevar a cabo los rituales funerarios, por lo que hay historiadores que hablan de la institución familiar como el objetivo de cuidar a los muertos.

LA TERCERA GUERRA PÚNICA

La Tercera Guerra Púnica fue el último conflicto militar entre Roma y Cartago, desarrollado entre los años 149 a 146 a.C. Tras la finalización del conflicto y la victoria romana, Cartago quedó totalmente arrasada y las gentes que sobrevivieron fueron vendidas en el mercado de esclavos.

La guerra se desató porque Cartago no estaba dispuesta a someterse a Roma. Transcurrido medio siglo y tras las anteriores guerras contra Roma, la ciudad púnica había conseguido levantar cabeza gracias a sus actividades comerciales y recuperó así parte de su antigua esplendor, por lo que resurgió ese recelo por parte de los romanos y ahora también por parte de sus vecinos los númidas bajo el mando de Masinisa. Realmente, en aquellos momentos, Cartago todavía no suponía una amenaza para Roma, pero se estaba rearmando, hecho que sí alarmaba al Imperio Romano. Aprovechando este rearme, el cual había quedado prohibido tras la firma del tratado de paz del año 201 a.C, Roma lanzó una nueva ofensiva. Por otro lado, es cierto que Roma buscaba la hegemonía en el mediterráneo.

La guerra duró dos años (desde el 149 a.C. al 147 a.C.) en los que se produjeron intensos ataques. En un primer momento, los romanos no conseguían acabar con la resistencia de Asdrúbal, que incluso les había infligido algunas derrotas. Este suceso dio lugar a un cambio en el mando de las operaciones cediendo el mando al cónsul Publio Cornelio Escipión Emiliano, quien, desempeñando una serie de brillantes acciones, logró aislar la ciudad y tomar la colina de Birsa, camino que le abría las puertas hacia Cartago. En el 146 a.C., penetró en las fronteras enemigas atacando a Asdrúbal y sus tropas, que se había refugiado en el templo de Esculapio y una vez las venció, acabó conquistando la ciudad. Ésta fue la última derrota de Cartago, pues al finalizar la guerra fue arrasada. Su suelo pasó a ser propiedad de Roma.

OPCIONES DE JERJES

Las opciones que tuvo Jerjes ante los espartanos fueron las siguientes:

1. Situar su flota en el sur del Peloponeso y esperar a la disolución del ejército griego tras el prolongado asedio.

2. Atacar la flota bajo condiciones adversas (la trampa de Temistocles).

3. Atacar a los espartanos por mar (la flota de los persas era más numerosa), pero el problema residía en que Jerjes quería castigar a aquellos que habían llevado la guerra contra otras ciudades griegas en el Asia Menor.

LA SANIDAD EN EL MUNDO ANTIGUO

El primer punto se refiere a la medicina antigua. Las primeras constataciones de medicina normalizada son visibles en los papiros de Sumer. En Egipto queda constancia de esta ciencia en el papiro de Ivers y Smith, ejemplos de medicina y de curas. En India el papiro de Atharava muestra ya unos conocimientos sobre cirugía bastante avanzados (asimismo, se han recuperado los instrumentos con los que se practicaba esta cirugía). En Grecia se diferencia entre el período homérico, caracterizado por la realización de una medicina ritual a base de empastes (lo cual queda reflejado en la Ilíada) y el período griego. El llamado origen de la medicina moderna nace con Hipócrates, a partir del que podemos hablar de la Pluysis (conjunto de actos naturales) y la Techure (la técnica para cambiar estos actos). En Roma la medicina inicial es más bien pobre. Se sabe que la medicina la ejercía el Pater Familias porque esto aparece reflejado en el libro de Catón titulado De agricultura. Galeno de Pérgamo (médico personal de Marco Aurelio), fue el primero que defendió la circulación de la sangre en el cuerpo humano.

En el segundo punto, ocupado de tratar cómo se enfermaba en el ejército, se explica que podía ser mediante golpes, heridas cortantes, de carros etc. Por ello, las lesiones eran por aplastamiento, quemaduras, contusiones y ahogamientos. También existían problemas provocados por el frío y el calor, como la congelación o la deshidratación. Las enfermedades más comunes entre las filas militares eran la gripe, la viruela, el tifus, la malaria o peste.

El tercer punto, referido al médico de las milicias, muestra cómo a través del estudio de los heridos, este médico sacaba conclusiones y podía así avanzar en sus investigaciones médicas, además de experimentar (medicina preventiva) En Grecia no existía servicio sanitario organizado, fue Roma donde empezó a desarrollarse una sanidad organizada. Hablando del método utilizado para curar, cuando se trataba de hemorragias, lo hacía mediante apósitos con vinagre, apósitos secos, la extirpación o torniquetes. Cuando se encontraban ante heridas hinchadas, lo hacían con sangrías, emplastos, sal o el vertido de vinagre. Las heridas por proyectil las curaban mediante la extracción con escarpelos. En cuanto a amputaciones, utilizaban para su operación las tijeras. Hablando de los tratamientos farmacológicos, aparece la centáurea, el beleño (anestesia) o el vino.

Los distintos cargos médicos quedaban organizados en médicos de las legiones, los medici cohertis y los milites medici (ATS). Los camilleros eran conocidos como medicis ordinarus. La veterinaria quedaba organizada en veterinarius, veterinarii, pecuarii y pollarii. En la farmacia existía la figura del splanirus (preparador de mezcla) y el marsus (Boticario).

En cuanto a las especialidades, aparecen los medici clinicus, los medici quirurgicus (cirujanos) y los medicis ocularii (oculistas).

Finalmente se habla de los valetudinarios, un hospital itinerante compuesto por un medicus ordinarius, optiores o librarius, entre otros.

LA BATALLA DE MARATÓN

Este suceso ocurrió en Grecia, concretamente en la llanura de Maratón, en el año 490 a.c, en las inmediaciones de esa ciudad griega y puso fin a la primera guerra medica (a estas guerras se las conoce como medicas porque para los griegos medos y persas significaban lo mismo). En este enfrentamiento quedó demostrado el poderío de Atenas frente a las tropas Persas. Asimismo, consiguió frenar la expansión de los Persas, a pesar de que éstos contaban con un ejército más numeroso. La historia cuenta que el general ateniense Milcíades, avisado del desembarco persa, incitó a los atenienses a enfrentarse contra sus enemigos orientales. Filípides, corredor de profesión, fue enviado a Esparta para solicitar ayuda. Los espartanos prometieron enviar ayuda, pero argumentaron que, por razones religiosas no podrían ayudar hasta que transcurrieran tres días, en plenilunio.

Milcíades consideró que no podía esperar tanto tiempo, y se lanzó al ataque contra los persas con los efectivos que tenía a su disposición. Es posible que las filas atenienses alcanzaran los 10.000 o incluso los 15.000 soldados, y las fuerzas persas unos 20.000 hombres. Verdaderamente, los persas embarcaron su caballería y zarparon para Atenas, dejando su infantería y arqueros para luchar en el campo de batalla. Cuando la caballería persa se retiró, las fuerzas se equilibraron. Los griegos, bajo el mando de Milcíades, se acercaron a los persas, que a su vez estaban comandados por Artafernes.

La estrategia persa era esperar el ataque del enemigo, debilitarlo con flechas y luego ir a por el resto de los rivales con caballería y tropas. Por su parte, Milcíades consideró que la mejor opción que podía jugar era la de esperar el momento adecuado para atacar. Para ello situó su ejército en las colinas que rodeaban la bahía y desde la distancia esperó ese mejor momento para atacar, que llegó cunado inexplicablemente, tras desembarcar la caballería, ésta volvió a embarcar (un hecho inexplicable). Milcíades consideró que éste era el momento adecuado para atacar: los atenienses empezaron a correr hacia el enemigo, mientras los persas esperaban, creyendo que llegarían agotados, hecho que no sucedió. Milcíades ordenó aligerar el centro y fortalecer los flancos: los laterales del ejército cayeron sobre los flancos persas, así que los atenienses se colaron rápidamente en la retaguardia de sus enemigos, haciéndoles retroceder hasta provocar la retirada.

Esta victoria se decantó a favor de las fuerzas griegas gracias principalmente a las fuerzas hoplitas, las cuales eran portadoras de unas largas lanzas ante las que los persas poco o nada podían hacer. Aún así, los persas ofrecieron una gran resistencia, consiguiendo romper en determinados momentos el cerco griego, pero en el momento en que quedaron reagrupados los flancos helenos, los persas se vieron obligados a retroceder hasta el lugar en donde habían desembarcado. Fue allí donde se entabló la última parte del combate.

Los atenienses consiguieron retener siete u ocho barcos, insuficientes para cortar la retirada del ejército enemigo, que había sido en gran parte destruido. Las bajas ascendían a 6.000 soldados persas frente a 192 soldados griegos.

La historia se basa en las fuentes proporcionadas por Herodoto para recordar este hito, aunque es posible que el autor griego exagerara un poco la importancia del conflicto y realmente fuese de un interés inferior del que le dotó éste.