jueves, 28 de junio de 2007

LA BATALLA DE MARATÓN

Este suceso ocurrió en Grecia, concretamente en la llanura de Maratón, en el año 490 a.c, en las inmediaciones de esa ciudad griega y puso fin a la primera guerra medica (a estas guerras se las conoce como medicas porque para los griegos medos y persas significaban lo mismo). En este enfrentamiento quedó demostrado el poderío de Atenas frente a las tropas Persas. Asimismo, consiguió frenar la expansión de los Persas, a pesar de que éstos contaban con un ejército más numeroso. La historia cuenta que el general ateniense Milcíades, avisado del desembarco persa, incitó a los atenienses a enfrentarse contra sus enemigos orientales. Filípides, corredor de profesión, fue enviado a Esparta para solicitar ayuda. Los espartanos prometieron enviar ayuda, pero argumentaron que, por razones religiosas no podrían ayudar hasta que transcurrieran tres días, en plenilunio.

Milcíades consideró que no podía esperar tanto tiempo, y se lanzó al ataque contra los persas con los efectivos que tenía a su disposición. Es posible que las filas atenienses alcanzaran los 10.000 o incluso los 15.000 soldados, y las fuerzas persas unos 20.000 hombres. Verdaderamente, los persas embarcaron su caballería y zarparon para Atenas, dejando su infantería y arqueros para luchar en el campo de batalla. Cuando la caballería persa se retiró, las fuerzas se equilibraron. Los griegos, bajo el mando de Milcíades, se acercaron a los persas, que a su vez estaban comandados por Artafernes.

La estrategia persa era esperar el ataque del enemigo, debilitarlo con flechas y luego ir a por el resto de los rivales con caballería y tropas. Por su parte, Milcíades consideró que la mejor opción que podía jugar era la de esperar el momento adecuado para atacar. Para ello situó su ejército en las colinas que rodeaban la bahía y desde la distancia esperó ese mejor momento para atacar, que llegó cunado inexplicablemente, tras desembarcar la caballería, ésta volvió a embarcar (un hecho inexplicable). Milcíades consideró que éste era el momento adecuado para atacar: los atenienses empezaron a correr hacia el enemigo, mientras los persas esperaban, creyendo que llegarían agotados, hecho que no sucedió. Milcíades ordenó aligerar el centro y fortalecer los flancos: los laterales del ejército cayeron sobre los flancos persas, así que los atenienses se colaron rápidamente en la retaguardia de sus enemigos, haciéndoles retroceder hasta provocar la retirada.

Esta victoria se decantó a favor de las fuerzas griegas gracias principalmente a las fuerzas hoplitas, las cuales eran portadoras de unas largas lanzas ante las que los persas poco o nada podían hacer. Aún así, los persas ofrecieron una gran resistencia, consiguiendo romper en determinados momentos el cerco griego, pero en el momento en que quedaron reagrupados los flancos helenos, los persas se vieron obligados a retroceder hasta el lugar en donde habían desembarcado. Fue allí donde se entabló la última parte del combate.

Los atenienses consiguieron retener siete u ocho barcos, insuficientes para cortar la retirada del ejército enemigo, que había sido en gran parte destruido. Las bajas ascendían a 6.000 soldados persas frente a 192 soldados griegos.

La historia se basa en las fuentes proporcionadas por Herodoto para recordar este hito, aunque es posible que el autor griego exagerara un poco la importancia del conflicto y realmente fuese de un interés inferior del que le dotó éste.

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